Esguince de tobillo: síntomas y tratamiento

Esguince de tobillo
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El esguince de tobillo es una lesión frecuente, especialmente en deportistas, que implica el estiramiento o desgarro de los ligamentos del tobillo. Dependiendo de su gravedad, los síntomas pueden variar desde un dolor leve hasta una incapacidad significativa para caminar. Es crucial un diagnóstico adecuado y un tratamiento específico para asegurar una recuperación completa y prevenir complicaciones futuras. En este artículo, exploraremos en detalle los diferentes grados de esguince, sus síntomas, diagnósticos y tratamientos recomendados, así como medidas preventivas esenciales.

¿Qué es un esguince de tobillo?

El esguince de tobillo es la distensión (estiramiento excesivo) o desgarro de alguna o algunas de las estructuras ligamentosas presentes en el tobillo. Es causado por el movimiento rápido e inesperado del pie que provoca su torcedura.

Síntomas del esguince de tobillo

Síntomas de un esguince de grado I (leve)

El esguince de grado I representa el grado más inofensivo y común. En él los ligamentos están ligeramente estirados, por lo que presentarán desgarros microscópicos; pero el tobillo sigue siendo estable y capaz de repararse por sí solo.
El síntoma en este tipo de esguinces es el dolor o molestia que el paciente siente al caminar, pudiendo hacerlo sin dificultad.

Síntomas de un esguince de grado II (Moderado a grave)

El esguince de grado II conlleva el estiramiento excesivo de los ligamentos con su desgarro parcial; es por ello que el tobillo perderá estabilidad. Los síntomas en este tipo de esguinces son dolor, inflamación derivada del desgarro, y la presencia de hematoma en la zona de las estructuras ligamentosas lesionadas, como consecuencia de la rotura de vasos sanguíneos.

Síntomas de un esguince de grado III (Muy grave)

El esguince de grado III representa el esguince más severo. Conlleva la rotura completa de uno o varios ligamentos, por lo que será un tobillo muy inestable. Los síntomas que presentan este tipo de esguinces son dolor intenso, que incapacita al paciente incluso el apoyo del pie en el suelo; inflamación muy notable y hematoma en la zona de la lesión.

Diagnóstico

Para el diagnóstico de un esguince de tobillo se realiza un examen físico en el que se observa y valora el aspecto del tobillo y del pie (inflamación, presencia de hematoma, temperatura) su grado de movilidad en todos los planos de movimiento, y el dolor que presenta el paciente al tacto y manipulación. Es aconsejable visitar a un fisioterapeuta para que pueda hacer un diagnóstico correcto.

Cuando hay presencia de inflamación, hematoma y el dolor que manifiesta el paciente es intenso dificultando mucho el grado de movilidad incluso el apoyo del pie en el suelo, lo recomendable es realizar una prueba de imagen (radiografía normalmente, resonancia magnética, ecografía) para evaluar con total certeza el grado del esguince y poder así diagnosticar con plena seguirdad.

Tratamiento

Tratamiento de un esguince de grado I (leve)

El esguince leve no suele requerir de tratamiento, ya que las estructuras ligamentosas son capaces de regenerarse por sí solas.
Lo que sí es cierto que en los días sucesivos a la torcedura es recomendable no caminar por superficies inestables, ni utilizar calzados con tacón o sin sujeción, ya que la zona puede estar sensibilizada, y puede volver a torcerse con mayor facilidad de lo normal y pudiendo presentar consecuencias más graves.

En estos casos es recomendable realizar ejercicios para trabajar el equilibrio y la propiocepción, ya que con ellos estaremos trabajando también la estabilidad del tobillo evitando así recidivas que puedan conllevar otra torcedura con peores consecuencias.

Tratamiento de un esguince de grado II (Moderado a grave)

En el momento en el que hay presencia de dolor, inflamación y hematoma es muy importante, como se ha dicho anteriormente, realizar una prueba de imagen que concluya si es de grado II o grado III.

Una vez seguros de que es de grado II, se debe acudir al fisioterapeuta para que evalúe y personalice la recuperación de la lesión.

Para estos casos se recomienda vendaje funcional que estabilice el tobillo, reposo, evitando aquellas actividades que provocan dolor; así como la elevación del pie, y poner hielo en períodos de 20 min para bajar la inflamación unas tres o cuatro veces al día. El tratamiento no habrá terminado hasta que se hayan regenerado todos los tejidos afectos y conseguido fortalecer todas las estructuras devolviendo al tobillo la total estabilidad. Para ello, una vez se haya pasado la fase aguda de dolor, y como consecuencia la inflamación haya bajado y el paciente ya sea capaz de mover el tobillo e incluso apoyarlo, será el momento de realizar ejercicios de propiocepción, equilibrio y fortalecimiento de tobillo para que el pie recupere su total estabilidad. Con todo ello conseguiremos que la persona vuelva a sentir seguridad para realizar tranquilamente las actividades de su vida diaria sin miedo a recaer en la misma lesión de nuevo.

Si la persona lesionada es deportista la recuperación también es vital, pero también lo será la readaptación progresiva a la práctica de su deporte; es por ello que la figura del fisioterapeuta será muy importante, ya que éste guiará al deportista en los ejercicios de manera adecuada y personalizada, hasta conseguir que sea capaz de volver a realizar su deporte y en la misma intensidad anterior sin riesgo de recidiva.

Tratamiento de un esguince de grado III (Muy grave)

Al igual que el grado II, el grado III requiere de prueba de imagen para su diagnóstico.
En este caso, dado que supone la rotura total de una o varias estructuras ligamentosas del tobillo, es necesaria la inmovilización total del tobillo con una férula o yeso hasta que los tejidos sanen.

Tras este proceso es importante que un fisioterapeuta valore al paciente y personalice el tratamiento para conseguir la total recuperación de la propiocepción, estabilidad y movilidad del tobillo.

Factores de riesgo

Practicar deportes de impacto, o que requieran cambios repentinos de dirección y ritmo, así como deportes que se realicen en superficies irregulares supone uno de los factores de riesgo más importantes.

Utilizar calzado inestable, con poca sujeción o con tacón es otro factor de riesgo.
También supone un factor de riesgo haber tenido algún esguince anteriormente o alguna otra lesión que conlleve inestabilidad del pie, o contar con una falta de equilibrio como consecuencia de la edad o de algún síndrome.

Complicaciones

Cuando un esguince se trata como es debido, haciendo una correcta rehabilitación, las complicaciones que pueden darse se reducen ampliamente, pudiendo ser inexistentes ya que el tejido dañado se regenera y las estructuras adyacentes se fortalecen, dando lugar a un tobillo completamente estable y resistente.

Pero cuando no se realiza rehabilitación o no se realiza adecuadamente, puede llevar a las siguientes complicaciones:

  • Déficit de movilidad de tobillo.
  • Recidivas de esguinces.
  • Inestabilidad crónica.
  • Dolor crónico de tobillo .

Prevención

La prevención juega un papel esencial e imprescindible en todo tipo de lesiones.
Para prevenir un esguince es importante realizar ejercicios de calentamiento y estiramiento de los tobillos, así como de todo el cuerpo, antes de empezar con la práctica de deporte, y por supuesto, utilizar el calzado adecuado a ese deporte. Incorporar ejercicios de equilibrio y propiocepción a nuestra rutina deportiva también ayuda a prevenir esta lesión.
También es recomendable, a modo general, evitar las superficies inestables y el uso de zapatos de tacón o con poca sujeción.

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