Responsabilidad afectiva: qué es y cómo usarla

Responsabilidad afectiva
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Muchas veces queremos comunicar algo a alguien sin saber cómo se lo va a tomar. Debemos ser conscientes de que muchas veces, nuestras acciones o pensamientos pueden dañar a otra persona. La capacidad de poder comunicar estas acciones o pensamientos a otra persona es la responsabilidad afectiva.

¿Qué significa responsabilidad afectiva?

La responsabilidad afectiva es la capacidad de poder comunicar a otra persona nuestras expectativas, deseos o sentimientos de la relación, aunque esto implica en ocasiones expresar aspectos de impacto para la otra persona. Se hace desde el cuidado y respeto mutuo, buscando no dañar a la otra persona. 

¿Qué implica responsabilidad afectiva?

La capacidad de la responsabilidad afectiva se construye a través de la confianza entre ambas personas, y la seguridad en uno mismo. Cuando hablamos de responsabilidad afectiva es la sensación de poder expresar como nos sentimos en cada momento de la relación y manifestar tanto nuestro bienestar como nuestro malestar. 

Nos hacemos responsable de nuestros sentimientos y de cómo los expresamos desde el respeto a otra persona sin la intención de herirla o menospreciarla. La responsabilidad afectiva forma parte de nuestro autocuidado, poniendo límites o decir NO en aquellas ocasiones que lo requieren, sin hacerse cargo de los sentimientos de otros.

¿Qué no es responsabilidad afectiva?

Responsabilidad afectiva no es egocentrismo o falta de empatía. Es la capacidad de comunicar teniendo en cuenta los sentimientos de la otra persona e infiriendo como puede afectar aquello que vamos a comunicar, aquello que necesitamos expresar.

No implica tampoco hacerse cargo de los sentimientos del otro como cuidadores, implica tenerlos presente para usar la técnica de forma adecuada. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que no siempre vamos a encontrar la fórmula exacta, pero tampoco debemos hablar sin filtro.

A veces, se confunde también con la sinceridad o lo que yo llamo “actitud sincericida”. Es el típico “yo te lo suelto y tú ya te lo gestionas como puedas”, esto no es responsabilidad afectiva.

Guardar lo que pensamos o sentimos dejándolo pasar, tampoco es responsabilidad afectiva, eso es una defensa desde la incapacidad de poder expresarlo pensando que puedes hacer daño a la otra persona o que no te ves capaz de decírselo. En cualquier caso, el daño te lo infringes a ti mismo y se queda en ti en forma de rabia o tristeza.

¿Cómo ser responsable afectivamente?

La responsabilidad afectiva implica:

Comunicación asertiva

Para que la comunicación sea sana y bidireccional tiene que ser clara, honesta y respetuosa. Cuando comunicamos en una relación esta tiene que venir desde “Como me siento…”, evitando culpar o reprochar a la otra persona.

Los reproches, las críticas, las puntualizaciones, los imperativos son elementos que ensucian la comunicación e interfieren en la escucha del otro, haciendo que cada miembro busque la forma de defenderse de las acusaciones.

Establecer acuerdos

Cuando planteamos el tema debe existir un escucha activa, que no vaya focalizada a defenderse de lo que el otro le dice, si no que esté preparado para escuchar aquello que la otra persona debe decirle y ponerlo delante para plantear la solución al problema presente.

Aferrarse al argumento “Yo soy así” o “Pues si no te gusta no es mi problema” no suponen una solución, igual que ceder a todo. Ambas partes tienen derecho a exponer sus argumentos y plantear diferentes alternativas para llegar a un acuerdo.

Tener en cuenta que los dos forman parte de la relación

En todas las relaciones debemos tener en cuenta que lo que uno hace puede llegar a afectar a otra persona, la no percepción de esto implica falta de empatía. Los problemas son bidireccionales, no unidireccional, es decir, que para que el problema se solucione no depende del cambio de uno si no de todos los integrantes del problema.

Conocer las consecuencias

Asumir que no siempre hacemos las cosas bien o que podemos hacer algo que afecte a otro, aunque la intención no es esa, no es malo es un aprendizaje.

Asimilar que las relaciones tienen complicaciones

El manejo de los conflictos hace que la relación se vea fortalecida.

¿Cuándo debe aplicarse la responsabilidad afectiva?

La responsabilidad afectiva debe estar presente tanto en las relaciones sociales, como laborales, familiares y sentimentales. Forma parte de las habilidades comunicativas y sociales de las personas. 

La responsabilidad afectiva se debe enseñar desde la infancia con un modelo de apego seguro y regulación emocional adecuado, pero no siempre podemos encontrarnos con este tipo de modelos. Estas habilidades se pueden aprender con técnicas de habilidades sociales, habilidades comunicativas y trabajo introspectivo que nos ayudan a sanar esas heridas que aún están presentes.

En la pareja la responsabilidad afectiva es muy importante. Aprender a comunicar y dar espacio a los deseos, aspiraciones y expectativas en la relación fortalece la unión de ambos miembros. Incluso en el ámbito de las relaciones sexuales es fundamental para conocer las fantasías de cada persona.

En otros ámbitos como las relaciones sociales, el trabajo o incluso la familia, la responsabilidad afectiva ayuda a marcar el límite sin hacernos cargo de las necesidades de los demás, respetando nuestras necesidades y cuidando las relaciones de una forma sana.

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